Son casi las dos de la tarde y poco a poco un grupo de mujeres va llegando al campo de juego de una comunidad de la Zona Maya del municipio de Tulum. Se trata del equipo “Diablillas de Hondzonot”, integrado por 14 mujeres que juegan ataviadas con su traje típico de mestizas y sin zapatos.
Sus orígenes se remontan a hace cuatro años, cuando las actividades que realizan las Caravanas de Salud de los Servicios Estatales de Salud en las comunidades para fomentar un estilo de vida saludable entre la población, dieron pie al surgimiento del equipo, que ha cambiado positivamente la vida de sus integrantes, quienes ven en este deporte una forma de empoderamiento y demostrar su valía en medio de un entorno tradicionalista, liderado por hombres.
El equipo, integrado por mujeres de 17 a 38 años, ha implementado una nueva moda en el campo de juego, con la que buscan demostrar el orgullo que sienten de portar un atuendo elaborado por ellas mismas, que las distingue como representantes de la Zona Maya a donde quiera que van, lo cual es reconocido ya a nivel internacional e incluso copiado por un equipo de Yucatán.
Mantienen la costumbre
Integrado por mujeres fuertes de carácter y cualidades para salir adelante en cualquier adversidad, gustan de jugar descalzas para mantener la costumbre inculcada en su niñez de caminar y correr sin zapatos para sentir el calor y humedad de la tierra, estilo con el que se han enfrentado a equipos de Campeche, Cancún, Cozumel, Isla Mujeres, varios pueblos de Yucatán y Punta Cana.
Creado un 19 de diciembre, este equipo está integrado también por tres de las hijas de sus integrantes de tan sólo 11 años de edad, quienes se preparan arduamente para ir a jugar a Punta Cana, lo cual esperan concretar este mismo año luego de ser invitadas por un equipo proveniente de ese país que vino expresamente a jugar con ellas hace unas semanas.
Con la mirada puesta en superarse a ellas mismas cada día, estas mujeres entrenan fuertemente demostrando porque se llaman “Diablillas de Hondzonot”, pues en el campo son traviesas, atrevidas, intrépidas y no se asustan con los retos, les encanta ponerse en la mente un propósito y conseguirlo, lo cual demuestran en todos los juegos, sin importar si sus contrincantes son o no profesionales, ya que la idea es convivir, conocer gente y hacer amistades.
La capitana del equipo, Juana Ay Ay, lo resume claramente: para ellas pisar el campo es un triunfo, pues llegar hasta aquí no ha sido fácil en un ambiente tradicionalista, donde las mujeres deben quedarse en su casa, atender a su familia una vez que se casan y que el esposo las mantenga.
Rompen paradigmas
Pero ellas, tienen otra forma de pensar, demostrar que hacer deporte es algo bueno para todas y que pueden hacer muchas cosas, las cuales en otros tiempos estaba muy limitadas por sus padres y abuelos, quienes les decían que esa no era la costumbre por el solo hecho de ser mujeres.
“Somos mujeres trabajadoras, madres, amas de casa, cada día que amanece es una rutina para nosotras que incluye limpiar la casa, lavar trastes, ropa y hacer la comida, algunas se dedican a bordar a mano o con máquina de pedal, tejen, algunas van a la milpa o a ayudar a sus esposos que tienen abejas para ayudar a su familia”, señala.
En este entorno, el juego es un escape para ellas, que al terminar sus labores se encaminan al campo de juego entre las 4 y las 5 de la tarde para hacer sus prácticas, en las que todas ponen su mejor voluntad y han tenido que enfrentar también el desacuerdo familiar por irse a entrenar.
Sin embargo, el deporte les ha ayudado también a aprender a negociar y salir victoriosas para vivir en paz, armonía y con amor, convirtiendo a sus parejas en parte de sus seguidores y las impulsan a ser mejores cada día, tras entender que el juego es también un espacio para que ellas se distraigan.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, pues la práctica diaria requiere también mejorar las condiciones en que entrenan, como contar con baños, gradas, postes con alumbrado e incluso más espacio en el área verde para que los niños que salen a jugar, se sumen a la práctica de algún deporte, que es algo benéfico para todos.
Su sueño es que las autoridades volteen a verlas y hacerlo realidad, así como que otras mujeres se atrevan a jugar y demostrar que con diálogo se pueden lograr acuerdos para ser felices.
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