Aún queda un alma en el edificio Puebla 129

Aún enseña con cámaras analógicas. Nunca quizo trabajar con equipos digitales.
Foto: Isabel Briseño

El edificio Puebla 129, ubicado en el corazón de la Ciudad de México, es un testimonio palpable de la transformación urbana y las luchas sociales que marcan la historia de la capital. Este emblemático inmueble, que alguna vez albergó a decenas de familias, ahora es el hogar de una sola persona: Lucio Rodríguez, el último habitante. Su historia nos ofrece una visión profunda sobre la tenacidad humana frente a la adversidad y la burocracia.

Desplazamiento y olvido

El Edificio Puebla 129 fue seriamente afectado por el terremoto de 1985, un evento que dejó una cicatriz imborrable en la memoria colectiva de la ciudad. La reconstrucción y los esfuerzos por revitalizar la zona no alcanzaron a todos, y muchos residentes se vieron forzados a abandonar sus hogares. Lucio Rodríguez, sin embargo, se negó a irse, a pesar de las condiciones cada vez más precarias del edificio y la falta de servicios básicos.

La historia de Lucio no es sólo la de un hombre que se aferra a su hogar; es también un reflejo de la negligencia gubernamental y la falta de políticas efectivas para proteger a los ciudadanos más vulnerables. La ausencia de apoyo para los antiguos residentes de Puebla 129 evidencia una brecha significativa entre las promesas oficiales y la realidad cotidiana de los afectados.

Resiliencia

A sus 68 años, Lucio continúa habitando un espacio que muchos consideran inhabitable. Sin electricidad ni agua corriente, su día a día es un acto de resistencia. Su historia resuena con aquellos que han experimentado el desplazamiento y la lucha por mantener un sentido de pertenencia en un mundo que parece olvidar a los marginados.

Lucio ha enfrentado múltiples desafíos, desde intentos de desalojo hasta la indiferencia de las autoridades. Sin embargo, su determinación lo ha convertido en un símbolo de perseverancia. “No quiero irme porque este es mi hogar. Aquí están mis recuerdos, mi vida,” declara con firmeza.

La situación en Puebla 129 no es un caso aislado. Refleja una problemática mayor en la Ciudad de México y otras urbes latinoamericanas, donde la gentrificación y la especulación inmobiliaria despojan a los residentes históricos de sus hogares. La historia de Lucio plantea preguntas cruciales sobre el futuro de nuestras ciudades y los derechos de aquellos que han vivido en ellas durante décadas.

La falta de políticas de vivienda inclusivas y el desinterés por la rehabilitación de edificios históricos son temas que requieren atención urgente. El caso de Lucio Rodríguez es una llamada de atención sobre la necesidad de proteger no solo las estructuras físicas, sino también las historias y vidas que estas albergan.

El Edificio Puebla 129 y su último habitante, Lucio Rodríguez, nos invitan a reflexionar sobre la resiliencia humana y las fallas sistémicas en la gestión urbana. Mientras la ciudad sigue creciendo y cambiando, es crucial no olvidar a quienes han sido dejados atrás en el proceso. La historia de Lucio es un recordatorio poderoso de la necesidad de políticas más humanas y justas, que valoren tanto a las personas como a los espacios que llaman hogar.


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