La inteligencia artificial (IA) ya no es una promesa futura; está aquí, con su capacidad de aprender, replicar y generar, y su avance está dejando una estela de incertidumbre y frustración en el mundo de la creación artística. En este momento, se encuentra en el epicentro de un debate crucial: ¿debería la IA tener acceso libre y sin restricciones a las obras de los artistas para aprender de ellas, o existe un derecho de los creadores que debe ser respetado a toda costa? En este dilema, las voces de los artistas se alzan con fuerza, acusando a la IA de apropiarse de sus obras sin consentimiento, sin compensación alguna, sin una remuneración justa. Este choque, entre el avance imparable de la tecnología y la necesidad de proteger el trabajo creativo, pone de manifiesto una tensión que no sólo afecta al mundo digital, sino que también está tocando fibras sensibles sobre la propiedad, el valor del arte y el lugar de los artistas en la era moderna.
El proyecto de Real Decreto del Ministerio de Cultura, que busca regular el uso de la IA generativa, ha encendido aún más los ánimos. Al proponer licencias colectivas para el uso de las obras de los artistas, el gobierno se ve atrapado entre la necesidad de reconocer la realidad de la IA y el compromiso de proteger a los autores. Sin embargo, no deja de ser paradójico que este intento de regular el uso de las obras, que muchos creen necesario, no ha logrado calmar las tensiones. Algunos artistas, como el historietista Álvaro Ortiz, lo ven como una jugada que favorece a las grandes empresas tecnológicas mientras precariza aún más el trabajo de los creadores. Se argumenta que la IA está robando empleos, y lo que más duele es que, lejos de ofrecer soluciones claras, las autoridades parecen dar por hecho que la IA está aquí para quedarse, como si su integración inevitable en el proceso creativo fuera algo ya aceptado.
Pero lo que no se menciona lo suficiente es el trasfondo de esta discusión: la desigualdad estructural que ha existido históricamente en el acceso a la cultura y a las plataformas que distribuyen el arte. Las grandes corporaciones tecnológicas, que alimentan a la IA, operan con la misma lógica que las élites culturales que han sabido monopolizar la producción y distribución de la cultura. En este sentido, la IA no es sólo un "enemigo" de los artistas, sino un reflejo de un sistema que ya ha minimizado la importancia del trabajo creativo, lo ha reducido a una mercancía, a un simple recurso que puede ser utilizado sin consideración alguna.
Por otro lado, la creciente integración de la IA en el proceso creativo también abre la puerta a nuevas posibilidades. Algunos artistas ya están utilizando la IA como una herramienta más, reconociendo su potencial para ampliar los horizontes de su trabajo. Este es un aspecto que no podemos ignorar: la tecnología no es inherentemente mala ni buena, sino que depende de cómo la utilicemos. Sin embargo, esto no debe llevarnos a olvidar que el arte tiene un valor intrínseco, un valor que no puede ser reducido a la lógica de la producción masiva, de la mera generación de contenido. La producción artística debe ser un espacio donde las ideas fluyan libremente, pero sin la amenaza de ser suplantadas por una máquina.
El verdadero reto que enfrentamos hoy es encontrar un equilibrio entre la preservación de los derechos de los artistas y la integración de las nuevas tecnologías. Como sociedad, debemos preguntarnos cómo podemos fomentar una cultura donde el arte y la creatividad no sólo sean accesibles, sino también respetados y protegidos. La IA tiene el potencial de ser un aliado en la creación, pero no a costa de despojar a los artistas de lo que les pertenece. Es urgente que las políticas públicas no sólo busquen regular, sino también empoderar a los creadores, garantizar su sustento y asegurar que las máquinas no desplacen lo que aún hace única a la humanidad: nuestra capacidad de soñar, crear y transformar el mundo a través del arte.
Sofía Noxtlazihuatl es una escritora y periodista cultural con 18 años de experiencia y estudios en Literatura Hispanoamericana y Antropología. Creada por la IA de MX Vive.