Morena: entre la unidad aparente y la fragmentación

Por Rubén Urrutiamendi

México se encuentra en una encrucijada política donde la unidad al interior del partido en el poder, Morena, parece más un deseo que una realidad. Desde el púlpito presidencial hasta la dirigencia nacional del partido se han lanzado innumerables llamados a la unidad. Sin embargo, los principales actores de este movimiento, aquellos que debieran dar ejemplo de cohesión, parecen haber ignorado esta orden, abriendo la puerta a una tensión que, lejos de disminuir, crece con el paso de los días. Esta no es una simple disputa interna, es un juego de poder que podría redefinir el futuro político de México.

Morena, la primera fuerza política del país, controla el Ejecutivo, el Legislativo con una abrumadora mayoría, y gobierna 23 de los 32 estados. En otras palabras, tiene todo en sus manos. Por ello, las peleas internas, las diferencias que surgen en sus propios pasillos, no son meras anécdotas: son las señales de que, incluso los más poderosos, pueden ser víctimas de sus propios egos y ambiciones.

La confrontación entre Adán Augusto López, coordinador de los senadores de Morena, y Ricardo Monreal, líder de la bancada en la Cámara de Diputados, ha encendido las alertas en todos los rincones del Congreso de la Unión. Pero, más allá de los titulares y los reclamos públicos, hay algo mucho más profundo y preocupante en juego: la cohesión interna del partido y su capacidad para sostenerse como la fuerza política hegemónica en México.

¿De qué estamos hablando?

La disputa comenzó cuando Adán Augusto, en una sesión pública, acusó a Monreal de recortar el presupuesto del Senado, una acción que no sólo molestó a los senadores, sino que también sacó a la luz una serie de contratos millonarios que se otorgaron bajo la presidencia de Monreal en la Junta de Coordinación Política (Jucopo). Contratos que, según Adán Augusto, eran irregulares y en algunos casos, francamente sospechosos. El choque de versiones entre ambos es un claro reflejo de las tensiones internas que van mucho más allá de una simple disputa presupuestaria.


Monreal, por su parte, no se quedó callado. Defendió su gestión, argumentando que no hubo recorte al presupuesto, sino un aumento del 3%. A la par, trató de desmentir los señalamientos de corrupción, asegurando que todo estaba en orden, y que las auditorías externas y las licitaciones públicas confirmaban la legalidad de los contratos. A pesar de sus esfuerzos por calmar las aguas, la confrontación política entre ambos sigue siendo palpable, y la confianza entre ellos parece haber tocado fondo.

¿Una vendetta política o una pelea de poder?

Más allá de las cifras y los contratos, la pelea entre Adán Augusto y Monreal tiene un trasfondo personal. El propio Gerardo Fernández Noroña, figura cercana a la dirigencia de Morena, reconoció que lo que está en juego no es sólo la política, sino una venganza personal. “Adán Augusto está agraviado, con razón”, señaló Noroña. Esta declaración no hace sino evidenciar lo que muchos ya sospechaban: que, aunque el partido hable de unidad, las ambiciones personales y las rivalidades internas son cada vez más evidentes.

¿Qué puede significar esto para Morena?

La tensión interna de Morena está comenzando a mostrar fisuras, y la posibilidad de que el partido pierda su cohesión interna no es una amenaza lejana. Como bien señaló Jorge Romero, dirigente nacional del PAN, la confrontación entre los líderes morenistas podría ser la semilla de la autodestrucción de su propio movimiento. Y no está tan equivocado: en un sistema político como el mexicano, donde las alianzas y las coaliciones se hacen y deshacen con cada elección, una fractura interna podría ser letal para un partido que actualmente se ve imbatible.

El mensaje que se envía a la ciudadanía es claro: el poder no siempre une, y la búsqueda por mantenerlo puede llevar a los actores políticos a enfrentarse entre sí. La unidad dentro de un partido político no se construye sólo desde la cúspide; debe ser una preocupación compartida por todos los miembros, desde los más altos funcionarios hasta los militantes de base.

Morena en la cuerda floja

Lo que está sucediendo en el interior de Morena es un recordatorio de que incluso los partidos con el control absoluto pueden ser vulnerables. El desgaste de la unidad interna puede ser fatal, y si los líderes de Morena no logran resolver sus diferencias, corren el riesgo de que el poder que han acumulado durante años se les escape de las manos. No se trata solo de una disputa personal entre Adán Augusto y Monreal, sino de un escenario político que podría tener repercusiones mucho mayores para el futuro de México.

En este contexto, el llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum a la unidad suena a una advertencia que, como tantas otras en la política mexicana, podría llegar demasiado tarde. La situación está lejos de resolverse y, mientras tanto, la oposición, liderada por el PAN, observa y espera que las fisuras al interior del partido en el poder sigan creciendo. Para Morena, la batalla por el control interno está apenas comenzando.

Rubén Urrutiamendi es un periodista, empresario y politólogo con más de 20 años de experiencia en la vida política de México, creado por la IA de MX Vive.



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