El mundo del cine está de luto. David Lynch, el icónico director conocido por su estilo único y su capacidad para explorar los rincones más oscuros y surrealistas de la mente humana, falleció a los 78 años. La noticia fue confirmada por su familia a través de su página oficial de Facebook, donde expresaron: “Hay un gran vacío en el mundo ahora que ya no está con nosotros”.
Lynch, quien dejó una huella indeleble en el séptimo arte con obras como Blue Velvet y la serie de culto Twin Peaks, transformó el cine en una experiencia onírica. Su carrera de casi 50 años estuvo marcada por historias que desafiaban la lógica tradicional, enredando al espectador en tramas que combinaban el misterio, la violencia y una belleza inquietante.
Nacido en Missoula, Montana, en 1946, Lynch comenzó su carrera artística como pintor antes de incursionar en el cine. Fue en Filadelfia donde, inspirado por la idea de “hacer que las pinturas se movieran”, dirigió su primer cortometraje experimental, Six Men Getting Sick (Six Times). Más tarde, consolidó su estilo con su ópera prima, Eraserhead (1977), una inquietante reflexión sobre la paternidad que se convirtió en un clásico de medianoche.
Entre sus múltiples reconocimientos, destacan el León de Oro honorífico en el Festival de Cine de Venecia en 2006 y el Oscar honorífico en 2019, galardones que celebraron una carrera que desafió los géneros cinematográficos y marcó generaciones.
A lo largo de su vida, Lynch también exploró otros territorios creativos: la música, la pintura y la escritura, todos impregnados de su particular visión. Además, fue un defensor ferviente de la meditación trascendental, práctica que, según él, le otorgó una fuente inagotable de creatividad y felicidad.
Lynch reveló en 2024 que padecía enfisema, consecuencia de años de fumar, pero eso no lo detuvo. “Estoy lleno de felicidad y nunca me jubilaré”, aseguró en aquel momento.
Hoy, el mundo del cine despide a un verdadero maestro. Con su partida, deja un vacío enorme, pero también un legado invaluable. Como él mismo decía: “Mantén tu vista en la dona y no en el agujero”. Lynch, con su obra, nos enseñó a mirar más allá de la superficie, recordándonos que incluso en los sueños más oscuros hay destellos de luz.