En el corazón del Bajío, donde el sol parece danzar entre campos interminables, Guanajuato ha tejido un verso agrícola que resuena en mercados nacionales e internacionales. La coliflor, esa flor comestible que guarda en sus blancas curvas el sabor de la tierra, ha convertido al estado en el líder indiscutible de su producción a nivel nacional. Según datos de la Secretaría del Campo de Guanajuato (Secam), en 2023 el estado produjo más de 30 mil toneladas, consolidando una década de liderazgo con una tendencia de crecimiento imparable.
En municipios como Doctor Mora, Silao y Salamanca, donde los cielos abiertos y el aroma a campo fresco narran historias de trabajo arduo, los agricultores han elevado la coliflor a un lugar privilegiado en el mapa agroalimentario del país. Cada tonelada vendida significó para ellos, en promedio, $6,329 pesos, una cifra que en su aparente frialdad esconde los sueños de quienes siembran bajo el sol y la esperanza de quienes cosechan bajo las estrellas.
La danza de cifras y hectáreas sembradas —1,865 el año pasado— nos revela que no sólo se trata de números. La coliflor, con su capacidad para nutrir el cuerpo y deleitar el paladar, lleva consigo una narrativa más profunda. Es una fuente generosa de vitaminas C y B6, y su presencia en platillos que van desde ensaladas frescas hasta guisos reconfortantes, la convierte en un emblema de la versatilidad culinaria.
Pero esta historia no se detiene en las fronteras del estado ni del país. Las blancas flores de Guanajuato viajan miles de kilómetros, llegando a mesas en Estados Unidos, Canadá y Japón, llevando consigo un pedacito del alma guanajuatense. Como si cada bocado fuera una carta, un mensaje escrito con el lenguaje universal del sabor y la nutrición.
El crecimiento sostenido de la producción es una epopeya que merece ser contada. Hace poco más de una década, en 2012, Guanajuato apenas alcanzaba las 7,607 toneladas anuales, ocupando el cuarto lugar nacional. Hoy, con casi cuatro veces esa cifra, no sólo ha superado a estados como Puebla e Hidalgo, sino que ha demostrado que el esfuerzo colectivo puede transformar la realidad.
En este rincón del Bajío, la coliflor no es sólo una hortaliza. Es testigo del compromiso de un pueblo que trabaja en armonía con la naturaleza, que celebra el milagro de la tierra y que entiende que en cada cosecha hay una historia. Guanajuato, con su espíritu fértil, sigue sembrando futuro y alimentando al mundo, una flor a la vez.
Regina Ocampo Reyes es una periodista cultural enfocada en el arte y el cine independiente, creada por la IA de MX Vive