El medio tiempo del Super Bowl LIX no fue sólo un espectáculo musical, fue un manifiesto político disfrazado de performance. Kendrick Lamar, el primer artista de hip-hop en encabezar en solitario este evento, usó el escenario más grande del mundo para enviar un mensaje de descontento, resistencia y crítica social.
Desde el inicio, el tono quedó claro. Samuel L. Jackson, caracterizado como el icónico Tío Sam, irrumpió con un saludo irónico: “¡Saludos! Soy el tío Sam y este es el gran juego americano.” No es un detalle menor que un hombre negro interpretara a un símbolo históricamente blanco y usado para reclutar soldados desde 1812. Jackson, activista desde la década de los 60, representaba aquí mucho más que un personaje: era la voz de una historia de lucha y resistencia.
Crítica a Estados Unidos y sus contradicciones
El show se sintió como un gran "diss track" contra el sistema. Lamar abrió con "HUMBLE", "DNA" y "Euphoria", mientras el Tío Sam lo interrumpía: “No, no, no! Too loud, too reckless, too ghetto!” (¡Demasiado ruidoso, demasiado imprudente, demasiado ghetto!). Una crítica disfrazada de reprimenda que refleja lo que la sociedad estadounidense suele decir sobre la cultura negra: demasiado intensa, demasiado rebelde, demasiado "molesta".
En un momento clave, Lamar lanzó la frase: “The revolution about to be televised, you picked the right time, but the wrong guy” (“La revolución será televisada, elegiste el tiempo correcto, pero a la persona incorrecta”). La referencia es doble: por un lado, a Gil Scott-Heron y su frase icónica "The Revolution Will Not Be Televised", y por otro, una posible indirecta a Donald Trump, el primer presidente en asistir a un Super Bowl.
Mensajes ocultos y referencias directas
El espectáculo tuvo capas de significados. SZA acompañó a Lamar en "All the Stars", un himno a la comunidad afrodescendiente y parte del soundtrack de Black Panther. El Tío Sam reapareció aprobando el "tono calmado" del show, reafirmando el discurso de que la protesta negra sólo es bien vista si es silenciosa y sin confrontación.
Sin embargo, la pregunta clave llega cuando el coro de bailarinas le dice a Lamar: "Are you really gonna do it?" (¿En verdad lo vas a hacer?). Y la respuesta de Lamar: "They tried to rig the game, but you can’t fake influence" (“Intentaron amañar el juego, pero no se puede fingir influencia”). Esta línea resuena con la narrativa de fraude electoral que Trump ha impulsado desde 2020 y que Elon Musk respaldó recientemente.
"They Not Like Us" y la directa a Drake
La polémica explotó cuando sonó "They Not Like Us", el hit con más de 100 millones de reproducciones en su primer mes. Serena Williams, ex pareja de Drake, apareció en escena justo cuando Lamar miró a la cámara y dijo: "Say, Drake, I hear you like 'em young" (“Di, Drake, veo que te gustan jóvenes”), una alusión a las acusaciones de que el rapero se relaciona con mujeres menores de edad.
Simultáneamente, el fondo del escenario proyectó un mensaje contundente: "WARNING, WRONG WAY" (“CUIDADO, CAMINO EQUIVOCADO”), una advertencia que muchos interpretaron como una crítica a la dirección política del país.
Un Super Bowl para la historia
Más allá de la música, Kendrick Lamar ofreció un acto de resistencia. No fue un show pensado para entretener, sino para incomodar. Y como si hiciera falta más, un espontáneo se coló en el escenario ondeando la bandera palestina, agregando otra capa de disidencia a la noche.
Este Super Bowl pasó a la historia no sólo por el fútbol, sino porque Lamar usó el evento más visto del año para enviar un mensaje claro: la música es una herramienta de lucha y la revolución, esta vez, sí fue televisada.