El asesinato del médico veterinario Héctor Cañas en Tultepec no es sólo una tragedia individual; es un grito de auxilio de un gremio que día a día enfrenta la violencia, la impunidad y la falta de protección. A Cañas lo mataron por hacer su trabajo, por intentar salvar una vida y por negarse a ceder ante una extorsión. Hoy, su muerte no puede quedar en el olvido.
Un crimen anunciado
El 22 de enero de 2025, el Dr. Héctor Cañas alertó en redes sociales que estaba siendo amenazado por los dueños de una perrita Yorkshire Terrier que había intervenido quirúrgicamente. La mascota llegó a su clínica con una obstrucción grave en el esófago provocada por un hueso; pese a los esfuerzos médicos y un procedimiento quirúrgico, falleció días después.
Desde entonces, el veterinario comenzó a recibir amenazas, exigencias de dinero y hostigamientos. En sus publicaciones, detalló cómo la familia lo responsabilizaba de la muerte del animal y cómo le exigían 50 mil pesos para "olvidar el asunto". No cedió. No se doblegó. Y lo mataron.
Indignación y exigencia de justicia
Días antes de su asesinato, el Dr. Cañas compartió en redes imágenes de heridas de arma blanca que le fueron provocadas en un ataque previo. Señaló directamente a los dueños de la perrita como responsables de la agresión. Su muerte no fue un accidente, ni un hecho aislado: fue la crónica de una ejecución anunciada.
El gremio veterinario ha alzado la voz. Médicos, activistas y ciudadanos han condenado el crimen, exigiendo justicia y protección para quienes dedican su vida al cuidado animal. Hoy fue Héctor Cañas, pero mañana podría ser cualquier otro profesionista expuesto a la ira irracional y la impunidad que reina en el país.
¿Y la Fiscalía?
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) ha informado que investiga el homicidio de oficio, pero hasta el momento no hay personas detenidas. ¿Cuánto tiempo más deberá pasar para que haya justicia? ¿Cuántas muertes más tienen que ocurrir para que se garantice la seguridad de quienes ejercen su labor?
La violencia en México ha alcanzado a quienes menos esperaban estar en la mira del crimen: médicos, enfermeros, veterinarios. Y la impunidad sólo alimenta la certeza de que pueden matar sin consecuencias.
La muerte del Dr. Héctor Cañas no puede quedar en el olvido. Su crimen no puede ser otro expediente archivado en la impunidad. Hoy, más que nunca, se exige justicia.