Cada 8 de marzo, las calles de México se convierten en un lienzo de lucha. Pintas en los monumentos, vidrios rotos en las ventanas de instituciones, consignas grabadas con furia y dolor en las paredes del poder. Para algunos, estas acciones son actos de vandalismo. Para quienes marchan, son la única forma de ser escuchadas en un país donde ser mujer puede costar la vida. La iconoclasia, lejos de ser un capricho o una moda, es una manifestación legítima de protesta social con un peso histórico innegable.
¿Qué es la iconoclasia y por qué es legítima?
La iconoclasia es la acción de intervenir, destruir o transformar símbolos de poder o elementos considerados sagrados por el Estado o la sociedad. En el caso del movimiento feminista, estas intervenciones tienen un claro mensaje: romper con el silencio impuesto sobre la violencia de género.
Históricamente, la iconoclasia ha sido utilizada como un recurso de resistencia. Desde la Revolución Francesa, pasando por la caída del Muro de Berlín, hasta las manifestaciones contra el apartheid en Sudáfrica, la intervención de símbolos ha sido una herramienta de las luchas sociales para exigir justicia y transformar el statu quo.
México: Un país donde la protesta se grita con pintura y martillos
México es un país feminicida. De acuerdo con el INEGI, 10 mujeres son asesinadas cada día. Las cifras oficiales hablan de miles de desapariciones, impunidad rampante y un sistema que revictimiza a las mujeres en lugar de protegerlas. Ante este panorama, ¿cómo se les puede pedir que protesten en silencio?
Las marchas del 8M han demostrado que cuando las manifestaciones pacíficas no son atendidas, la iconoclasia se convierte en una forma de autodefensa y de visibilización. Intervenir un monumento no significa un ataque a la cultura o la historia, sino una denuncia de que en México, los muros y las estatuas reciben más cuidado y atención que las mujeres.
Los logros de la iconoclasia: Más que paredes pintadas
Lejos de ser "inútil" o "meramente destructiva", la iconoclasia ha sido un factor clave en la presión social para generar cambios estructurales. Algunas de las victorias alcanzadas gracias a las manifestaciones feministas en México incluyen:
✅ Ley Olimpia: Gracias a la presión social y a las denuncias visibilizadas en redes y protestas, se logró la tipificación de la violencia digital y la difusión de contenido íntimo sin consentimiento.
✅ Legalización del aborto: Estados como Ciudad de México, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Baja California y Quintana Roo han despenalizado el aborto, una victoria impulsada por el activismo feminista.
✅ Refugios para mujeres víctimas de violencia: A pesar de la resistencia gubernamental, las movilizaciones han logrado frenar intentos de desmantelar estos espacios de protección.
✅ Casos reabiertos y justicia para víctimas: Muchas familias han encontrado eco en las protestas para reabrir expedientes de feminicidios y desapariciones.
El miedo a las paredes pintadas, pero no a las mujeres asesinadas
Cada año, después del 8M, la mayoría de los medios de comunicación y los discursos oficiales se llenan de indignación por los monumentos intervenidos. “¡No es la forma!”, dicen. Pero esas mismas voces guardan silencio ante la falta de justicia para víctimas de feminicidio, ante la revictimización de sobrevivientes y ante la impunidad que protege a los agresores.
Si unas paredes pintadas generan más indignación que la violencia sistemática contra las mujeres, el problema no es la protesta, sino las prioridades de una sociedad que ha normalizado el machismo y la violencia.
La historia no se borra, se reescribe con lucha
La iconoclasia feminista en el 8M no es un acto de rebeldía sin sentido; es una estrategia de lucha, una manifestación de dolor y resistencia en un país que ha intentado silenciar a las mujeres. Las pintas, las intervenciones y los símbolos transformados no son sólo daños materiales, son marcas imborrables en la memoria colectiva que recuerdan que la lucha sigue y que la justicia aún está pendiente.
Mientras México siga siendo un país donde ser mujer es un peligro, las paredes seguirán gritando lo que el sistema intenta callar.